Texto escrito por Vitaliano de la CruzSi contemplo mi pueblo desde una perspectiva distante, apenas si puedo percibir algo más que una rutina sabia y serena de la Castilla profunda y la silueta majestuosa de una torre espectacular. Si me adentro por las empinadas calles y me entremezclo con las gentes en su quehacer cotidiano, algo sorprendente me llama la atención y me dice que aquí hay mucha vida, continuos movimientos y altibajos de ilusión, de penas y alegrías, de amistad y convivencia, de trabajo y progreso. Aquí se sube y se baja, ¿hacia dónde?... Hacia lo más profundo y emblemático de nuestro pueblo, raíces que unen estrechamente el pasado con el presente y el futuro.
Subimos al monte, al Campoo, a Majialengua, al Pico San Cristol, ¡qué sensación de paz y soledad! Campos labrados con esmero y mucho sudor; trabajo y lejanía, esperanza de buenas cosechas; es la esencia del labrador.
"Cuando subas a por pan, no te olvides pasar por la tienda y me bajas unos ovillos para tejer un jersey para tu padre" decía la abuela a su nieta, sentada a la puerta de casa un día cálido de verano. Bajábamos al Berral, remanso tranquilo, a bañamos, a coger cangrejos, en aquellos años tiernos de nuestra infancia. Días de inocencia, de escasez, de escuelas repletas de niños queriendo aprender, ajenos a nuestro destino.
Se sube a las eras, allí están los frutos: buenos, malos y regulares. Por allí han pasado, pasan y pasarán generación tras generación, es el principio y el fin; allí se encuentra la razón de una existencia. Antes eran parvas, ahora son montones inmensos; antes eran trillos, ahora son máquinas enormes... es el progreso.
Mañana bajaremos a la huerta, hay que regar y luego plantar unas lechugas y por la tarde subiremos al "prao", hay que "escabañar" las patatas. Bajo y veo la hermosa vega, tan amplia y oliendo a vega, tan profundamente verde, con sus huertecitos, su río Franco, sus arroyuelos, sus frondosos árboles y escuchas el trinar de miles de pajarillos tanto al alba como al atardecer ... encuentras una paz y un sosiego que difícilmente se puede olvidar. Son momentos y sensaciones de siempre, eternas.
En la fiesta hay que bajar a la ermita, con la Virgen del Saúco y hay que subir a la plaza; son días de alegría, diversión; es fiesta. Veo a lo lejos un grupo de jóvenes y niños bajando al frontón por la carretera; sentados en un banco, un grupo de ancianos comenta entre ellos: son la esperanza, la ilusión, el futuro, Jugad contentos!
Y si repican las campanas... subimos a la iglesia, austera y acogedora; es lo espiritual, la fe; y si doblan a muerto, bajamos tristes al cementerio acompañando a nuestros seres queridos. Todo se entremezcla. "Bájate a la bodega, tengo un vino estupendo, ya verás". "¿Dónde está tu padre?" "Ha bajado a la fragua a arreglar una rueda del remolque". "No he visto a tu madre, ¿ha subido al médico?". "¿Cuándo vamos a subir a Burgos a ver a nuestros hijos?" "No te olvides de comprar lechazo cuando bajes a Baltanás y de paso te acercas a Palencia, tienes que bajar estos papeles" . Subimos a Villafruela, bajamos a Royuela, nuestros pueblos vecinos. Subimos al bar, bajamos a la fuente... Aquí se sube y se baja constantemente, son nuestras señas de identidad, Espinosa, no te detengas.
V. de la Cruz
1 comentarios :
Aunque sea tarde, megusta el escrito que ha hecho Vitaliano de Espinosa.
Todo lo que pone sobre las constumbres del pueblo, las recuerdo todas.
Yo en compañía de mis hermanos cogiamos los cangrejos en el prado cuando estabamos limpiando remolachas.
todos los días bajabamos cangrejos a casa.
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