A diferencia del año pasado, este año nos hemos tenido que espabilar, pues el caladero de percebes que encontramos en la Cama del Fraile y otras rocas aledañas había desaparecido.
Total que este año hemos tenido que ir un poco más lejos, al cotarro Gurugú, y a media ladera hay unas rocas que nos han solucionado el problema, y además unos percebes de muy buena calidad.
El lechazo como siempre, de la tierra, pues extraordinario y no os lo vais a creer, pero la merluza que nos arregló Juliana para cenar, que estaba riquísima, pues la encontramos en el Mojón del Cesto, la primera merluza que yo conozco de agua dulce. La ciencia avanza que es una barbaridad.
Del vino y del orujo no digo nada, bueno sí, este año me han concedido la medalla de oro al mejor orujo de la Comunidad Europea, con ramo de flores y todo, y oye, pues que me emocioné.
A continuación ponemos unas cuantas fotografías, más que nada para que veáis lo que hace el tiempo en nuestros cuerpos y las comparáis con el año pasado.
Si alguna la notáis un poco movida no es de la máquina con la que se sacaron, es del pulso del que las sacó, que lo haría después de beber el chacolí que nos trajo Gonzalo de viñedos regados por el río Franco.
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