Topillo endémico de la península Ibérica y sur de Francia, cuyo aspecto, particularmente adaptado a la vida subterránea, es muy característico, destacando su cuerpo con aspecto cilíndrico, dotado de unas patas muy cortas para facilitarle en desplazamiento por el interior de las galerías, así como la cola, de un color claro uniforme y también muy corta, de modo que no supera los 3,5 cms., midiendo menos de la cuarta parte de la longitud de la cabeza más el cuerpo. La pequeña longitud de la cola, detalle anatómico que los diferencia visualmente de un modo claro de otros roedores, particularmente las ratas que sí están dotadas de una larga cola, es una adaptación del topillo a la vida subterránea, una vez que este apéndice ha perdido su función reguladora y estabilizadora del equilibrio en movimientos veloces y saltos al aire libre. Los ojos del topillo son pequeños, las orejas muy cortas, casi ocultas por el pelaje, y el cráneo aplanado. El pelaje del topillo común o mediterráneo es relativamente corto, de color marrón u ocre, presentando una franja más clara, de color grisáceo, en los flancos y vientre.
El topillo mediterráneo es un roedor que necesita suelos con cierta humedad y que prefiere lugares abiertos, aunque próximos a la linde de bosques y cultivos herbáceos de regadío, donde construye sistemas de galerías subterráneas, intensamente ramificadas, donde se localizan sus nidos, en general uno por galería, y sus almacenes de aprovisionamiento. Evita los suelos a partir del momento en que la humedad pasa a ser suelo rezumante o encharcado, lo que inundaría las galerías. La especie evita también terrenos muy pastoreados y muy pisoteados. “Así, si imaginamos un pastizal con algunas hierbas altas o matorrales en su interior, los topillos se situarán bajo o en torno a estas matas. El hecho de que las matas estén ahí es señal de que el pisoteo del ganado allí es menor. Algo similar puede decirse de los resaltes de los prados inclinados, que también son evitados por el ganado” (José Antonio Garrido, comunicación personal, 2005).
Este mismo investigador –J.A. Garrido- destaca como en estos ecosistemas, aparecen las bocas limpias o tapadas por montones de tierra. Asociado a las bocas limpias aparecen a veces carriles cortos, raramente pasan de los 50 cm de longitud. A veces no pasan de conectar una boca con otra próxima. Siempre son carriles semiexcavados, a modo de galerías sin techo o, como mucho, con “techo” muy superficial que se puede quitar con los dedos. En la rata de agua o incluso en el topillo de Cabrera, las galerías van sobre el suelo y los caminos se forman por pisoteo y corte de tallos. Otra situación muy diferente aparece en los pastizales altos y muy densos. Aquí –indica J.A. Garrido- el topillo mediterráneo forma “galerías superficiales” pero desarrolladas en la base de las hierbas, es decir, excavadas en la maraña de hojarasca podrida y, a veces con “cámaras”. Estas galerías son fáciles de seguir, ya que la hierba y hojarasca se puede apartar con las manos sin problema.
La conducta excavadora del topillo mediterráneo está también condicionada por el tipo de suelo. En los suelos húmedos y blandos usa solo las patas, en especial las anteriores, pero en suelos compactos y duros utiliza sobre todo los incisivos.
Las bocas de las galerías por donde los topillos se comunican con el exterior suelen aparecer taponadas, aunque no siempre, con característicos montones de tierra de aspecto cónico, muy similares a las dejadas por los topos, aunque de menor tamaño y diferenciables además por aparecer la tierra muy triturada y carecer siempre de los característicos tubos de tierra que extrae el topo en bloque de las galerías en su perforación subterránea y expulsar el tapón al exterior. Estos montículos de tierra, que desparecen en las topilleras abandonadas por la acción del viento o de la lluvia dejando descubierta la boca de la madriguera, tienen unas funciones ecológicas muy definidas, al servir tanto para aislar la red de túneles del exterior, manteniendo la humedad en la época de sequía o protegiendo a la madriguera delas lluvias e inclemencias meteorológicas, como para impedir que por la boca penetren mamíferos (particularmente la comadreja) o reptiles (algunas culebras, fundamentalmente la culebra bastarda, la víbora hocicuda y la culebra de escalera) para devorar a los topillos.
Las bocas y galerías de los topillos mediterráneos tienen unas dimensiones y características muy definidas, que permiten diferenciarlas de otras especies, con hábitos subterráneos. “Tanto las bocas como las galerías tienen unas dimensiones muy concretas, lo que las diferencia del resto de los Micrótidos, o topos. Es necesario advertir que las medidas de anchura de las galerías hay que hacerlas en los puntos más estrechos de su trazado, y que en las bocas, la entrada y salida de los animales acaba por ampliar algo su anchura. Tanto la anchura mínima de los carriles como el diámetro mínimo de las bocas oscilan entre los 25 y 35 mm. En las bocas pueden encontrarse casos que alcanzan los 40 mm si es vieja y muy usada. En cualquier caso, ni uno ni otro superan nunca los 45 mm., lo que ya podría ser topillo de Cabrera” (José Antonio Garrido, comunicación personal, 2005).
En cuanto a la alimentación del topillo común, es herbívora, alimentándose fundamentalmente de las partes subterráneas de las plantas, como bulbos, tubérculos y raíces de gran variedad de especies vegetales, incluyendo también en su dieta tallos, cortezas de árboles y frutos.
21 octubre 2008
EL TOPILLO MEDITERRANEO
Publicado por
Aniano Arnaiz y Jota
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